¿Cómo confesarse con el padre y cuáles son los pecados que se dice?

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Para confesarse con el padre, siempre se debe comenzar con un buen examen de conciencia. Necesitamos mantener nuestras vidas en el patrón de vida que Dios nos ha revelado para vivir. Por ejemplo, tomamos tiempo para recapacitar sobre los Diez Mandamientos, las Bienaventuranzas, los mandatos de la Iglesia y las virtudes de cordura, fortaleza, templanza y justicia.

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El análisis de conciencia es como dar un paso atrás y mirar el cuadro de la propia vida en balance con la obra maestra de la vida revelada por Dios. Debemos saber muy bien lo que deseamos decir ante el padre. Por otra parte, en muchas ocasiones seguro todos nos hemos preguntado cuáles son los pecados que debemos decir. Para algunas personas, solo se dicen aquellos pecados sin grandes repercusiones, como por ejemplo, si en algún momento hemos mentido, hemos deseado el mal para alguien, hemos envidiado el bien ajeno o hacer daño.

Índice()
  1. Manera de confesarse con el padre
  2. No hay pecados graves y pecados ligeros, a todos los castigan por igual

Manera de confesarse con el padre

La manera en que debemos confesarnos ante el padre va totalmente ligada a la forma en que cada padre esté acostumbrado, al llegar al confesionario lo primero que debemos hacer es santiguarnos, y colocarnos de pie o de rodilla ante él, dependiendo de la costumbre de cada padre. Seguido comencemos diciendo “padre, he pecado mucho”, y procede a decir cada uno de los pecados graves que no has confesado aún, o que lo has hecho pero no de la manera correcta. Cuando vamos a confesarnos con el padre, debemos ser totalmente sinceros, recordando que nada de lo que digamos saldrá de ese confesionario.

Sin importar lo grave que sean nuestros pecados, debemos decirlos todos, demostrando siempre arrepentimiento lo que hemos hecho. Comienza por los más graves, aquellos pecados que aun sabiendo que está mal, decides hacerlo. Y termina por los que, aunque son pecados castigados por Dios, cuando los cometiste tal vez no estabas al tanto de la gravedad. Recuerda cada uno de los mandamientos que Dios nos dio, y ve cuales de todos has incumplido hasta el día de hoy, piensa con claridad todo lo que has hecho, y de esta manera podrás asegurarte de decir todos los pecados que has cometido.

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Al confesarnos con el padre, él no dirá palabra hasta que hayamos terminado de confesar cada uno de los pecados que hemos cometido. Si tienes alguna duda sobre alguna actitud que has tenido en tu vida y no sabes si es una falta grave, pregúntaselo. Cuando termines de confesarte, es necesario que esperes que el padre evalúe cada una de las cosas que acabas de decirle. Él tomará la decisión de cuál es el castigo correcto que debes tener por tus pecados, y te dictará las cosas que debes hacer.

La mayoría de las veces los castigos son ir regularmente a la iglesia, y realizar las oraciones que designadas por él. Si tienes alguna duda, de las penitencias que el padre coloque, es necesario que lo preguntes a él en ese instante. Además, tenemos el deber de atender cada uno de los consejos que se nos dan luego de confesarnos con el padre. Todo para poder mejorar nuestras vidas y evitar seguir incumpliendo con las normas dictadas por Dios.

No hay pecados graves y pecados ligeros, a todos los castigan por igual

Hay personas, que suelen pensar que en sus vidas se encuentran pecados poco graves, o pecados demasiado graves. La verdad es que ante Dios, todos los pecados tienen el mismo grado de gravedad, pues, en cualquiera de los casos estamos incumpliendo con la obediencia de su palabra.

Cada uno de los pecados que cometes en la tierra, son castigados por igual por Dios. Por eso, Dios nos invita a confesarnos con el padre, para poder admitir nuestros errores y encontrar la paz y el perdón de él en nuestras vidas.

Aun así, somos castigados. Pero si al confesarse con el padre, cumplimos cada una de las recomendaciones y los mandatos que él nos hace. Así podremos conseguir la misericordia y el perdón en nuestras vidas. No nos libraremos de nuestra culpa, pero si apaciguaremos un poco la furia de nuestro padre eterno. Seamos buenos hijos, y alejémonos del pecado en nuestras vidas.

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