Oración a la Virgen María: Bendita sea tu pureza ¡Entre las mujeres!

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La Virgen María fue escogida por Nuestro Dios Todopoderoso para ser la madre de Jesús. Bajo obra y gracia del Espíritu Santo quedó encinta aún siendo pura y virgen. Estaba comprometida con José para contraer matrimonio. Aquí te ofrecemos la bonita Oración a la Virgen María: Bendita sea tu pureza.

Estando en su casa se le apareció el Ángel Gabriel. Para anunciarle que quedaría embarazada y daría a luz un niño a quien llamaría Jesús, el hijo de Dios. Había sido elegida para asumir la responsabilidad de madre del Salvador del Mundo.

Índice()
  1. Oración en honor a la Bendita pureza de la Virgen María
  2. Entrega a la Virgen María las penas de tu alma

Oración en honor a la Bendita pureza de la Virgen María

La pureza de la Virgen María y su infinita bondad le hicieron una adoración ante la Iglesia Católica. Y son muchos los seguidores y fieles que dedican su devoción a honrar su presencia.

Bendita sea tu Pureza Virgen María.

Oh Bendita Virgen María, honrable y digna 

mujer, fuiste la mejor de las madres y la mejor 

esposa, que gran ejemplo nos has dejado 

como muestra de responsabilidad y 

dedicación.

 

Tu disposición para ayudar siempre al más 

necesitado sin importar nada a cambio te hizo 

ser la más noble y bondadosa de todas las 

mujeres.

 

Seguir tu ejemplo como mujer, como sierva de 

Dios, como amiga incondicional y sobre todo 

como madre amorosa es la mejor enseñanza 

que nos has podido dejar.

 

Tu pureza de cuerpo y alma te hizo bendita 

entre todas las mujeres, ese corazón tan 

limpio y noble solo podía dar amor a quien se 

acercaba a tu esencia divina.

 

Maravillosa y Santísima Madre, que alegría 

siente mi alma al conseguir refugio en tus 

brazos.

 

Tu santo manto abriga y protege mi existir

y si tengo tu protección, lo tengo todo.

 

Por favor escucha mi llamado y mi clamor,

hoy más que pedirte lo que quiero es 

agradecerte, pues mi vida está colmada de 

bendiciones gracias a ti.

 

Cada día, al llegar la noche me entrego en 

oración para contarte mis secretos, mis 

alegrías y mis tristezas.

 

Por ello, eres mi madre santa y amorosa,

siempre pendiente de mí. Tus ojos jamás me 

pierden de vista y eso me colma de 

tranquilidad y paz.

y todo el que tiene esperanza

Además en momentos de dificultad, respiro 

hondamente y me entrego a tu misericordia,

porque, aunque los momentos sean difíciles,

confío en que tu mano poderosa no me 

dejará caer.

 

También eres la luz de mis ojos, la tonada de 

mis oídos, el aroma de mi olfato, la suavidad 

de mi piel, eres mi fortaleza y mi apoyo.

 

Santísima Virgen, oh Divina Mujer, tu pureza 

es eterna, tu gracia infinita, tu poder 

invaluable y además el amor de tu corazón no tiene 

comparación.

 

Suplico tu piedad para que en momentos de 

tormentas socarras mi alma y la llenes de 

paz.

 

Por favor no permitas que el enemigo se acerque y 

perturbe mi existir. Que sea tu bendita pureza 

la que invada mi vida y me haga ser una 

persona feliz.

 

Madre, Reina de los cielos y de la tierra,

eres la princesa de mi vida y la admiración 

que siento por ti me hace imitar el ejemplo 

maravilloso que has dejado en la tierra.

 

Pido por mí, por mi familia, por mis amigos, 

por mis seres queridos y por el mundo entero

para que la misericordia de tu gloria nos haga 

libres y podamos conseguir la vida eterna.

 

Finalmente en tu nombre invoco a tu santidad,

 en nombre de Dios Todopoderoso y de 

Jesucristo, para que seamos dignos de 

alcanzar los placeres de la tierra bajo la 

voluntad poderosa de nuestro Padre Celestia.

 

Amén.

Entrega a la Virgen María las penas de tu alma

El poder de la oración te concede la dicha de establecer una amistad especial con Dios y sus Santos. Por ello eleva una Oración a la Virgen María: Bendita sea tu pureza. La Virgen María es amiga incondicional de Dios, así ella intercederá por ti y llevará el mensaje a los oídos de Nuestro Padre Santo. Él cumplirá todos tus deseos.

Obra por amor y no por obligación cada uno de tus actos, obedece a los mandamientos de Dios. Reflexiona sobre sus enseñanzas plasmadas en la Biblia y busca imitar los ejemplos de Jesucristo como hijo supremo de nuestro poderoso Dios.

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