Oración a la Virgen María para protección y consuelo ¡Bendiceme!

Es difícil sobrellevar muchas situaciones en la vida, momentos de dificultad y adversidad, circunstancias de peligro tanto física como espiritual. Escenarios donde no conseguimos la solución o la salida a los problemas que nos aquejan. La mejor forma de conseguir refugio ante todos estos escenarios es sumergirnos en la oración. Recita la oración a la Virgen María para protección y consuelo.
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Es la Virgen María, la madre de Dios, quien puede brindarnos una efectiva protección y el más tierno consuelo a todas nuestras penas. La Virgen está sentada junto al mismo Dios. Es una honorable mujer que se ha ganado la admiración de Dios y por eso nos puede ayudar a que nuestro Padre Celestial. Nos conceda lo que necesitamos.
Oración para la protección y el consuelo
Dedicar nuestras oraciones a la Virgen María y entregar toda nuestra devoción a ella es la mejor forma de hacerle saber que creemos en ella. Que adoramos su existir y que su presencia en nuestras vidas es una luz latente que nos ilumina el camino.
La Virgen María siempre atiende al llamado de los cristianos. Su corazón se conmueve ante nuestras penas y nos muestra lo noble y misericordioso que es su poder. Si tu deseo es invocar a su autoridad divina puedes dedicarle la siguiente Oración a la Virgen María para protección y consuelo.
Honorable Virgen María.
Oh Madre Santa, pura y casta,
tu que trajiste al mundo al hijo de Dios, a
Jesús de Nazaret, el Rey de Reyes y Señor
nuestro.
Bendita tu gracia divina que
por obra y gracia del Espíritu Santo
te hiciste madre de Jesús.
Tu misericordia ante el mundo no tiene
límites, por ello hoy recurro ante tu poder
celestial para que intercedas ante Dios y
concedas protección y consuelo a mi cuerpo y
a mi alma.
Tú que reinas en los cielos,
trae a la tierra la magia de tu adoración,
porque eres la virgen del mundo y por ello tu
bondad alcanza para calmar las penas de
todos los corazones.
Por favor hoy clamo a tu misericordia
para que cubras mi vida con tu manto
sagrado.
Además protege mi existir de todo aquello
que quiera hacerme mal, de todo peligro
terrenal, de los ataques del enemigo y de la
perversión maligna que está consumiendo al
mundo.
También protege las almas de aquellos que
están vulnerables a alejarse de la voluntad de
Dios.
Igualmente consuela mis penas, mis pesares,
mis dolencias, mis malestares, arrópame con
tus brazos y abriga mi corazón para que
ningún frío endurezca mis sentimientos
porque persiguen ser parecidos a los que tu
profesas para mí.
Soy humano e imperfecto, a veces caigo en
las tentaciones y me convierto en pecador,
por eso intento constantemente mantenerme
en oración apegada a tu misericordia.
Para que fortalezcas las enseñanzas
que has sembrado en mí y me conviertan en
un ser duro ante los ataques de Satanás.
Porque te amo tanto mi santa madre,
clamo a ti siempre, para demostrarte mi
amor, mi lealtad y mi fidelidad, quiero ser
obediente a los mandatos de Dios y
demostrar ante el mundo que la grandeza de
Dios es infinita y su poder milagroso.
Por favor Santa Madre de Dios, que tu
divinidad arrope a todos los seres que
habitamos el mundo.
Finalmente que tus bondades toquen todos los
corazones del mundo, y que tu Santo Manto
proteja las mentes del mundo, para que tu
poder milagroso bañe a todos los hombres y
las mujeres del mundo.
Amén.
Los milagros llegan a tu vida cuando aclamas en oración a la Virgen María
La Santísima Virgen María ha dejado a través de los tiempos millones de corazones sanados por milagros de su poder. Dios la tiene como un preciado tesoro allá en los cielos y eso la hace una perfecta intercesora ante las peticiones que aclamamos a ella.
La oración constante y sincera. Verdadera desde tu corazón nos permite conectarnos en armonía con la divinidad que rodea a la Virgen María. También su santidad la ha convertido en una milagrosa santa que alberga a miles de seguidores y devotos que profesan su fe y devoción.
Permite que la Virgen aplaque las tormentas que te rodean, que ayude con sus fortalezas a soportar el peso que debemos cargar a cuestas. Profesar tu fe y conviértete en un buen hombre hijo de Dios.