Proverbios: 17:17 - "En todo tiempo ama el amigo" El valor de la amistad
No estamos solos en la tierra, vivimos en un mundo rodeado de gente donde convivimos en comunidad. Bien sea escolar, militar, religiosa, social, deportiva, en todos estos sectores nos toca interrelacionarnos con diferentes tipos de personas. Y en ese compartir diario de vivencia y experiencias nace el valor de la amistad. Conozcamos En Proverbios 17:17 “En todo tiempo ama el amigo”, el valor de la amistad.
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La amistad es un sentimiento que nace al compartir con otra persona gratos momentos. Este sentimiento surge cuando existe de parte y parte un compromiso de solidaridad, lealtad, confianza, comunicación y entrega. Para ser honestos y verdaderos con la otra persona. No existen limitaciones para la amistad y es un sentimiento del que Dios nos habla y nos enseña a compartir.
La amistad no tiene condiciones
Cuando se habla de una amistad incondicional, se refiere a aquella amistad que no importa las circunstancias por las que puedan pasar. Si son momentos de alegría o de tristeza, o situaciones de celebración o de angustia. Una verdadera amistad es leal sin importar nada, solo que el afecto y el amor entre amigos sea siempre recíproco y desinteresado.
Jesús nos habla sobre el valor de la amistad en Proverbios 17:17
“En todo tiempo ama el amigo, y es como un hermano en tiempo de angustia”.
La amistad está basada en el amor. Así como amamos a nuestros familiares por lazos de consanguineidad. En todo tiempo ama el amigo por lazos de afinidad y sabemos que el amor es desinteresado, es incondicional, es sincero, profundo, noble, bondadoso y sobre todo es leal sin importar nada.
Amigo no es aquel que solo está a tu lado en los mejores momentos. El verdadero amigo nace en los períodos más difíciles de nuestra vida. Es allí cuando se demuestra lo sincero de nuestros sentimientos, la fortaleza de los lazos que los unen y la verdadera convicción de entregar tu tiempo y dedicación a prestar el apoyo necesario.
Ama a tu amigo sin intereses específicos, más que el de entregar una sincera amistad y de ser correspondido. Amar sobre cualquier circunstancia, dificultad o carencia, cuando esta triste por alguna pérdida. Cuando su economía no va muy bien, cuando padece alguna enfermedad. En fin; en los peores momentos de la vida demuestra que es especial para ti.
La amistad nace del amor y en todo tiempo ama el amigo. Como base fundamental de lo que Dios nos profesa. No podemos ser amigos sin amar a nuestro prójimo. Para entregar una verdadera amistad hay que ser sinceros de corazón, apreciar y admirar a ese compañero que está dispuesto a dedicarte tiempo y comprensión.
En estos momentos, donde existen muchos corazones apartados de Dios. El valor de la amistad ha perdido su mágica esencia. Ya las personas no se relacionan buscando sinceridad y comprensión, sino que sus interesen van de la mano con lo material. Con alguna posición especial o algún fin específico; dejando a un lado el plan de Dios de hacernos amigos y hermanos. Por ello, como buenos hijos del Padre Celestial, debemos orar por nuestros amigos.
El amigo se convierte en hermano, nace en los momentos de dificultad, de tormenta. En todo tiempo ama el amigo. Ese hermano que nos ofrece consuelo, dedicación y nos da un oportuno consejo. Que en tiempos de angustia fortalece los lazos de hermandad como verdaderos hermanos; hijos de un mismo padre, Dios.
Entonces, Dios nos orienta a amar a tus amigos sin importar las condiciones. Y a saber que si aman en Cristo a tus amistades serán como hermanos en tiempos difíciles. Juntos ante las adversidades como hijos de nuestro creador, el amo y señor del Mundo: Dios.
Juntos como Hermanos, hijos de Dios.
Evangelizar juntos la palabra de Dios es una forma maravillosa de entrelazar sentimientos entre las personas. No hay lección más conmovedora que en amistad se compartan las enseñanzas de la Biblia y se analicen sus escrituras. Buscar del Reino de Dios en compañía de las personas que aprecias y estimas es una experiencia vivificante.
Prediquemos y profesemos el amor hacia el prójimo. Como bien lo dice uno de los mandamientos, practiquemos los valores de la lealtad, la humildad, la fidelidad, el amor, el compromiso, la sinceridad, la justicia, la equidad y la igualdad ante los hombres.