¿Dónde están los restos de la virgen de Fátima? Visita sus restos
La noción de restos mortales hace referencia al cadáver de una persona o a lo que queda de él. Justamente por esto hablaremos ¿dónde están los restos de la Virgen de Fátima? Visita sus restos. Realmente sabemos que vivimos una vida terrenal, y que este cuerpo humano que Dios nos dio, algún día debe perecer.
Dios, nos creó a su imagen y semejanza, nos dio un cuerpo de carne y hueso y aliento de vida que es el alma; sabiendo que algún día este cuerpo debe perecer; pero el alma vuelva a él. A través de este artículo te mostraremos ¿dónde están los restos de la Virgen de Fátima?
Conoce dónde se encuentran los restos de la Virgen de Fátima
Aunque no es fácil la realidad de que algún día partiremos de este mundo, ese día se vuelve insostenible para los seres humanos. Debemos aprender a desprendernos de este mundo terrenal, y saber apreciar la vida que Dios nos regala; por eso te hablaremos de los restos de la Virgen de Fátima.
La Virgen de Fátima, formalmente conocida como Nuestra Señora del Rosario de Fátima, es un título con que se venera en el catolicismo a la Virgen María.
Nació en Aljustrel, a casi un kilómetro de Fátima, Portugal, el 22 de marzo de 1907, hija de Antonio y María Rosa Dos Santos. Prima de Francisco y Jacinta. Desde la primera aparición de la Virgen tuvo que soportar muchos sufrimientos, porque era criticada y se dudaba de ella.
Los sacerdotes de la parroquia de Fátima insinuaron que ella podría ser un "infante instrumento del demonio". Por todo esto la niña sentía mucho temor en regresar al lugar de las apariciones; pero pudo vencerlo ante el pedido de sus primos y regresó a la Cova de Iría, como la Santísima Virgen se lo había solicitado.
Uno de sus mayores dolores fue cuando la Virgen le dijo que se llevaría muy pronto al Cielo a Francisco y a Jacinta y le expresó que ella permanecería en la tierra; para difundir la piedad al Corazón Inmaculado de María.
En 1921, Lucía fue enviada al convento de las Hermanas Doroteas de Villar en Oporto, por decisión del Obispo de Leiria, tenía entonces 14 años. En 1928, se convirtió en religiosa y en 1946; ingresó al convento de las Hermanas Carmelitas de Coímbra, Portugal.
Tomó el nombre de María Lucía del Inmaculado Corazón, pero es más conocida como la Hermana Lucía.
Se manifestó a la hermana Lucía
La Santísima Virgen María se manifestó a Lucía cuando ella era postulante, y le reveló la promesa de los Cinco Primeros Sábados; cinco años después, en junio del 1929, tuvo la visión de la Trinidad, con la petición de la consagración de Rusia.
La virgen de Fátima, tuvo su origen en los testimonios de tres pastores, llamados Lucía dos Santos, Jacinta y Francisco Marzo; quienes afirmaron haber presenciado varias visiones marianas en la Cova da Iria, en Portugal, entre el 13 de mayo y el 13 de octubre de 1917.
A partir de entonces, este título mariana extendió su fama más allá de sus límites locales llegando a todo el mundo.
Muchas personas cantaron el Ave María con rosarios en la mano y ondeando blancos pañuelos; como hacen los fieles de la Virgen de Fátima al paso de su imagen, acompañaron hasta la entrada del convento carmelita al furgón mortuorio que condujo a Lucía a su última morada.
Previamente, se ofició un funeral en la Catedral Nueva de Coímbra, a donde fue llevada por la mañana la religiosa, fallecida el domingo pasado a los 97 años.
El arzobispo de Génova, Tarsicio Bertone, emisario del papa Juan Pablo II, ofició la eucaristía, en la que el cardenal de Lisboa, José Policarpo, leyó el mensaje del Papa.
Mensaje de la Virgen de Fátima
Actualmente se conoce el contenido de aquellos, referidos al final de la Primera Guerra Mundial, a la muerte prematura de Francisco y Jacinta y la premonición del atentado sufrido por el Pontífice en la Plaza de San Pedro el 13 de mayo de 1988.
Los restos mortales de la Virgen Lucía do Corasao Inmaculado, última sobreviviente de los videntes de Fátima; recibieron sepultura en el convento donde pasó recluida los últimos 48 años en Coímbra.
La Virgen de Fátima concurre como una luz celestial, y una ocasión para la gracia y la salvación; un mensaje y un evento sin paralelo en la historia de la Iglesia; el evento más importante y trascendente de nuestra época, que sigue revelándose hasta el día de hoy.