La obediencia a Dios atrae recompensas ¿Cómo obedezco a Dios?
Amado lector, Dios tiene preparadas bendiciones inigualables para sus hijos que le aman y le creen ciegamente como lo hace un niño pequeño con su padre. A lo largo de la Biblia, vemos que el corazón del Señor siempre recompensó la fe, y la obediencia; de manera que nunca se imaginaron aquellos que pusieron su confianza en Él. Tan simple es que la obediencia a Dios atrae recompensas.
La obediencia a Dios atrae recompensas
Juan 6:38, Porque he descendido del cielo, no para hacer mi voluntad; sino la voluntad del que me envió.Queriéndonos decir que la obediencia a Dios es sumamente importante para todos
La obediencia, se aprende y Jesucristo fue nuestro más grande ejemplo, siendo obediente a todo lo que el Padre le dijo; la idea de desobedecer a Dios era absolutamente inconcebible para él. Aunque enfrento circunstancias sumamente difíciles en la Tierra, no le fue fácil ser obediente.
Desde el principio de su ministerio, sus enemigos, entre quienes se contaba Satanás mismo; intentaron convencerlo y presionarlo; para que fuera desleal. Todos ellos le causaron mucho dolor, tanto físico como emocional; y finalmente fue puesto en un madero, aguantandose con clavos para experimentar sufrimiento hasta la muerte, como lo describe el libro de Filipenses 2:8.
Debemos ser obediente como lo fue Jesús, el insta a todo creyente en llevar una vida santa y sin mancha como lo fue el; porque así el Padre que esta los cielos nos recompensaría como está escrito en el libro de: 1 Pedro 1:14-15.
Actualmente la iglesia sigue la obediencia condicional o convencional ; ya que toman la palabra de Dios según nos conviene o nos gusta e interpretamos a nuestro favor los mandamientos.
Así lo describe el libro de: 1 Pedro 1:22, Habiendo purificado vuestras almas por la obediencia a la verdad, mediante el Espíritu, para el amor fraternal no fingido, amaos unos a otros entrañablemente, de corazón puro.
Armas Poderosas de Dios
Dios nos ha dado armas poderosas para vencer sobre nuestra naturaleza carnal, y no caer en las garras del enemigo; nos dejó su más preciada y primordial arma que lleva por nombre la Biblia, y es la espada de los guerreros de Dios, solo hay que leerla, meditar en ella y cumplir cada una de las reglas y mandamientos que Dios nos dejó escrita; para guardarnos del mal, evitar el fracaso, y de cometer errores; asimismo lograr ser salvos y vivir junto a él en la eternidad.
Al ser obedientes también somos santificados, nuestro corazón se limpia de toda iniquidad, y aprendemos a amar incondicionalmente, y aunque todavía andemos en la carne, no viviremos según nuestros deseos, sino que nos dejamos guiar por el Espíritu Santo para conducirnos con cordura y rectitud.
Como lo dice en su palabra en el libro de: 2 Corintios. 10:3-5. Pues aunque andamos en la carne, no militamos según la carne; porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas, derribando todo argumento y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo.
Consagremos toda nuestra vida para obedecer y servir a nuestro Altísimo Padre celestial, con fe; ya que, el poderoso Señor siempre está para nosotros y el responde cada vez que a el clamamos. Igualmente debes tener mucha fortaleza, porque siempre seremos tentados por el enemigo el cual solo quiere vernos acabados, humillados y corrompidos por la perversidad del mundo.
En nuestro día a día enfrentamos muchas presiones sociales, morales, económicas y religiosas que podrían alejarnos de Jesucristo. Muchos son los cristianos que sufren la oposición de sus familiares y en muchos países, las instituciones educativas promueven con gran insistencia la teoría de la evolución, y el ateísmo gana cada día más adeptos.
La obediencia a Dios atrae grandes y numerosas recompensas. El que no obedece no podrá obtener los beneficios ni gozar de las bendiciones del Dios Todopoderoso. Ya que la desobediencia es el padre todos los males de la humanidad, y la semilla que cosecha miseria, desgracia y dolor; además, esta es el gran obstáculos para recibir las bendiciones del Padre.