¿De qué trata la Primera Epístola de Pedro en la Biblia?

Pedro fue un gran alumno de Jesús, siempre trató de ayudar a todos aquellos cristianos que eran despreciados en el continente asiático. Fue un apóstol sobresaliente, que estimuló al clero en sus momentos difíciles. Era un gran creyente pero, ¿De qué trata la Primera Epístola de Pedro en la Biblia? Pedro, en su Primera Epístola, expresó con mucha fe la idea de que las personas aprendieran a manejar sus sufrimientos con paciencia y cordura.
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Sostenía que el acoso y lo perverso iban contra los principios eclesiásticos, que la palabra divina llena de amor y generosidad abrían el camino hacia el reino de Jesucristo. Era un líder religioso que enseñaba con el ejemplo y que persistía en seguir la actuación y las palabras de Jesús a pesar de las dificultades que se oponían en su andar.
¿De qué trata la Primera Epístola de Pedro en la Biblia?
Pedro en su Primera Epístola hizo un llamado a todas las abadías ubicadas en varios lugares romanos del contiene asiático, porque observó un ambiente extraño, muy enrarecido, que no irradiaba claridad ni esplendor a los cristianos que allí se reunían. Para ese momento, los fieles no intervenían en los aspectos sociales o políticos que se discutían en cuanto a la religiosidad. Eran cristianos que aspiraban una nueva vida, que les permitiera conocer y practicar creencias diferentes, dentro de su entorno.
Ese estilo de vida que ellos aspiraban no congeniaba con el estilo social de la época. Estos fieles seguidores del cristianismo fueron tildados de delincuentes, siendo humillados y despreciados por una sociedad que no respetaba su fe y su entrega al reino de Jesús.
Ante tal evento, Pedro, fiel a su apostolado escribió una misiva desde Roma, se dice que fue anterior al seguimiento de Nerón. Su objetivo era motivar a los creyentes a rendir culto y valorar la bendición de Jesús a través de acto del bautismo, pedía además el retiro de las costumbres insanas y ponía como ejemplo su intachable conducta, a los fines de descalificar las calumnias de las cuales fueron objeto los seguidores de Jesús.
Pedro se sentía inquieto, expresando en su misiva la importancia de la existencia de la fe cristiana en la comunidad, cuya repercusión era a nivel mundial. Para él la fe era un apostolado, la catequesis y actitud religiosa eran los baluartes de la liturgia bautismal. En su misiva resaltó la figura doctrinal de Pablo.

Pedro rogaba evitar actos de maldad, egoísmo y mentira
Sostenía que hacer el bien representaba la salvación y la cercanía al Señor Todo poderoso. Que el sacrificio sería premiado por Dios como lo dice la sagrada escritura.
Para Pedro, los incrédulos no tenían cabida en el reino de Dios. Por eso él hablaba de un pueblo divino, misericordioso, donde el sacerdocio era respetado y querido. Ya que pertenecía a una tierra santa venerada por el espíritu del omnipotente, llena de solidaridad y apego.
La palabra de Pedro reflejaba la esperanza de una mejor vida, su entrega y su dedicación eran las condiciones más apreciadas para romper con la hostilidad del mundo pagano, la ira no tenía cabida en el mundo cristiano, solo el bien y la humildad triunfarían sobre el mal.
Su misiva era un canto a la vida, a la justicia, donde se pregonaba un mundo sereno, lleno de virtudes y de esperanza firme. Para él la gloria era la adoración a Dios y a toda la supremacía que lo envolvía. Dios era el omnipotente, el ser supremo que con voluntad y predicación cautivó a sus fieles a través del amor y del perdón.
Inciso final de la 1ra epístola de Pedro
La carta se convirtió en una plegaria, donde el espíritu divino encarnado en Dios resistió todos los embates al cual fue sometido. Donde fué el salvador de todos aquellos pecadores que hicieron un compromiso con Dios bregando por la resurrección de Jesucristo.
Cristo resistió en carne propia todo el sufrimiento que le impusieron los paganos para vernos libres de pecado. Para que gozáramos de una vida llena de virtudes, de valores y de una absoluta gratitud y bondad hacia todo aquello que reflejara el espíritu del bien y lo divino.
Pedro siempre pregonó el servicio y la generosidad hacia los demás, la práctica de las buenas costumbres, la humildad al hacer el bien y el respeto hacia la palabra del Señor.