¿Quién fue el profeta Ezequiel? Descubre toda su historia
En esta entrada, hablamos del profeta Isaías, un hombre valiente que realizó la difícil labor de proclamar que Jerusalén sería destruida por los pecados de sus habitantes. En vez de arrepentirse los judíos continuaron con su mala conducta y sufrieron el castigo divino cuando Babilonia conquistó y destruyó a su nación.
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Solo un grupo de judíos sobrevivirían pero los llevarían presos a Babilonia. Se profetizó que un día serían libres. Sin embargo, antes de eso debían reconciliarse con Dios y es aquí, donde comienza la historia del Profeta Ezequiel.
Ezequiel antes de ser profeta
Ezequiel estaba bien versado en la ley del pueblo y por tanto, era capaz de realizar las labores de profeta, pues era hijo de un sacerdote. En su juventud tuvo buenas influencias como el Profeta Jeremías que realizaba su labor en aquellos tiempos y el Rey Josías que resultó ser un buen gobernante al servicio de Dios.
El Reino de Israel se encontraba dividido en dos gobiernos, el Reino del Norte, que correspondía a Samaria y el Reino del Sur que correspondía a Judá y su capital Jerusalén. Babilonia conquistó primero el reino norteño y se llevó a varios cautivos, entre ellos al joven Ezequiel. Fue hasta el año quinto de este destierro, cuando Ezequiel recibió su comisión de profeta, cuando tenía alrededor de 30 años.
Ezequiel exiliado en Babilonia
Ya situados en Babilonia los judíos cautivos llevaban vidas normales hasta cierto punto. Construyeron casas, trabajaban, comerciaban y podían practicar su religión con algunas limitantes. A pesar de que el pueblo judío estaba ahora dividido Dios no los abandonó. Él quería que aceptaran sus errores y aceptarlos como su pueblo otra vez.
Con este propósito en el Reino del Sur, Juda y Jerusalén que aún no habían sido conquistadas recibían ayuda espiritual mediante el Profeta Jeremías. Mientras que en Babilonia los judíos tenían ahora al Profeta Ezequiel. Este hombre se estableció entre los exiliados que vivían en Tel-abib, donde se enteraba de las noticias de Jerusalén y las profecías de Jeremías que luego repetía a los judíos desterrados.
Comienza su labor de profeta
Pero Ezequiel no se limitaba a repetir las declaraciones de otros profetas. Él mismo tuvo profecías y visiones asombrosas. Por ejemplo según el relato de Ezequiel capítulo 1, tuvo una visión del plano celestial de Dios sentado en su glorioso trono.
Aquí le servían cuatro criaturas con cuatro alas cada una, las cuales iban acompañadas de ruedas gigantes con ruedas más pequeñas en el interior. Por supuesto aunque todo era una visión debió ser majestuoso y atemorizante para el propio Ezequiel.
Fue en estas circunstancias que comienza la historia del Profeta Ezequiel en toda regla, pues Dios le dio la misión de que les recordara a los israelitas el resultado de haber sido desobedientes. No obstante, también su labor sirvió para consolarlos, pues estaba profetizado de que un día regresarían a su tierra, así que era el momento de que se arrepintieran de sus errores.
El Profeta Ezequiel advierte a gente necia
A pesar de que muchos de los exiliados habían recibido un castigo divino bien merecido se negaban a arrepentirse, o al menos reconocer que sus pecados los habían llevado a la destrucción. Es por eso que Dios le dio valor a Ezequiel, y le dio la asignación de un "centinela".
Un centinela, es un vigilante que se situaba en un lugar alto, por lo general arriba de la muralla para advertir o dar alarma de posibles ataques enemigos que viera a lo lejos. El trabajo de centinela era imprescindible, de hecho si se daba el caso de que se quedara dormido era fuertemente castigado.
El Profeta tendría una labor similar, él advertiría a todos los israelitas del peligro de no arrepentirse, sino lo hacía Él sufriría las consecuencias. Pero si lo hacía y lo ignoraban él había cumplido su misión. Así lo hizo hasta su muerte.
No hay duda de que en la historia del Profeta Ezequiel podemos encontrar muchas similitudes con el cristiano moderno. Si estás pasando por momentos difíciles, podrías imita a este profeta y centrarte en ayudar a otros a tener una buena relación con Dios. Lo cual te dará gran satisfacción y una actitud positiva pese a las circunstancias.