¿Qué es la oración mental y la oración vocal? ¿Cómo hacerlas?

En muchas ocasiones necesitamos establecer un contacto con Dios tan fuerte, que es la oración mental y la oración vocal las que pueden hacerlo posible.
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Ambas enlazan la mente y las palabras de tal forma que, el diálogo se considera completo, sublime, pleno de gozo y agradecimiento.
Este momento vivificante, fortalece nuestra formación cristiana, ya que parte de una idea central que comunicamos a Dios, para reflexionarla largamente junto a él.
Luego; vendrán a nuestra memoria y corazón la guía que debemos cumplir y, al mismo tiempo, hacer una oración de gracia por la luz que prendió en nuestra alma.
La oración mental y la oración vocal
Estas oraciones pueden estar unidas y ser realizadas ambas a la vez. No obstante, la oración vocal siempre lleva implícita a la oración mental. Pero esta, puede darse sin la oración verbal. Esto no significa que una sea más importante que la otra, no, sino que cada una tiene especiales cualidades que merecen ser conocidas.
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La oración mental:
También se conoce como oración meditativa. Con la cual reflexionamos profundamente sobre un pasaje de la Biblia o una experiencia terrenal vivida.
A partir de estas reflexiones, en nuestra mente están fijadas escenas que volvemos a pensarlas y recordar situaciones, a través de las palabras dichas, leídas o escuchadas para encontrar sentido o hallar el mensaje de ellas.
También puede ocurrir que nuestra mente recree con insistencia lugares recorridos, o personas que intervinieron en un hecho, pues contienen un mensaje que debemos descifrar.
Por estas razones, o recuerdos que impactaron nuestra alma, acudimos a la oración mental, para pedirle a Dios sabiduría para entender los mensajes que nos tienen guardados y seguir por la senda correcta a futuro.
Este acto de recordar o meditar sobre algo sucedido, se produce en absoluto silencio y, desprendimiento del mundo que nos rodea, con la finalidad de dejar que el Espíritu Santo, oriente lo que debemos hacer.
¿Cómo hacerla?
En un principio, la oración mental se inicia por la necesidad de explicarnos algo que ha sucedido, o algo que hemos leído en la Biblia.
Esa insistencia punzante en nuestra mente es la que nos hace dedicar, por lo menos, una hora a recordar cada pasaje, o las palabras dichas, escuchadas o leídas, pero sobre todo el porqué de nuestra presencia en la escena.
Por consiguiente, debemos estar solos, en absoluto silencio pidiéndole a Dios, que nos dé sabiduría para entender lo sucedido y nos guíe en el proceder más correcto.
Al alcanzar el discernimiento, a través de la oración mental, alcanzamos a sentir que Dios padre nos ha escuchado, puesto que llegan a nuestra mente las explicaciones que solicitamos y, además, traen consigo el compromiso de hacer algunas acciones.
Finalmente, al tener claro el compromiso que nos impone Dios, debemos hacer una oración de gracias y mantener la más estricta fidelidad al pacto entre Dios y nuestras acciones, pues hemos sido ungidos de sabiduría.
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La oración vocal:
La oración vocal es aquella que nace del alma del creyente y se expresa a través del habla y en los cantos que suelen entonar los cristianos a solas o acompañados.
Los motivos para orar a viva voz son muchos, y pueden ser particulares o colectivos. De los primeros se tiene entendido que el petitorio nos interesa a todos. Estos pueden ser por la paz del mundo, por las alabanzas a Dios, por la fidelidad de la iglesia cristiana, para dar gracias; en fin, se trata del sentir común de los cristianos.
¿Cómo hacer esta oración?
La oración vocal es un acto voluntario en el que nos encontramos con Dios para expresarnos y sentir su presencia.
Para comenzar la oración podemos elegir el lugar y tiempo de nuestra preferencia. Luego nos arrodillamos y juntamos nuestras manos como sello o cerrojo que cierra nuestra conexión con el mundo exterior y se abre hacia el mundo espiritual.
En conclusión
Debemos mantener una actitud respetuosa y orar juntos las oraciones más conocidos por los cristianos. A manera de ejemplo el padre nuestro, la avemaría, el credo, el gloria, el salve y otros. Finalmente, volvemos a orar, pero esta vez para dar gracias a Dios y a todos los que nos acompañaron.