La fantástica historia de San José de Cupertino – El santo volador

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San José de Cupertino nació el 17 de junio de 1603, su nacimiento fue en un establo. Pues sus padres quienes eran Felice y Franceshina para este momento debían esconderse de los acreedores que los buscaban.

Se trata del menor de seis hermanos. Padecía de sarna desde pequeño, contaba con poca atención de su madre y pasaba bastante hambre. Todo esto hizo que San José de Cupertino creciera con grandes deficiencias intelectuales y físicas.

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Pero en lo único que nunca hubo deficiencia fue en su fe, en la alegría y en su inmensa piedad. Siempre tenía en él una sonrisa a pesar de las continuas buscas y desprecios de las personas que lo rodeaban.

Los franciscanos nunca lo quisieron, y los capuchinos lo admitieron sólo por compasión. Sin embargo, lo echaron en menos de un año debido a su torpeza, lo poco dado para los oficios y lo olvidadizo que era.

Índice()
  1. La vida de San José de Cupertino
  2. El santo volador

La vida de San José de Cupertino

Luego que los capuchinos lo despidiera, espero un tiempo en casa de un familia. Luego de un periodo, el familiar lo corrió diciendo que era un inútil. Decidió regresar a casa de su madre, pero esta al verlo volver, se deshizo de nuevo de él enviándolo a casa de su tío Donato. Todo con el fin de que le diera trabajo al menos como mensajero.

Durante este trabajo, llegó a Santa María della Grottella, quien estaba en plena edificación. Este personaje era devoto de esta imagen porque tenía la idea de que ella lo ayudó a entrar al convento, todo después de haber implorado toda una noche con lágrimas en los ojos.

Luego de que los frailes lo admitieran como sirviente, estos le tomaron un gran cariño, debido a que a pesar de que era un poco despistado y lento, era un hombre humilde, piadoso y que siempre tenía un buen trato para todos.

Muchos decían que tenía suerte porque lo pusieron a que aprendiera a ser un ordenado sacerdote. Lo hizo solo por subordinación pues conocía que no podría aprobar ni un solo examen.

el que guarda la inteligencia hallara el bien

Solo era capaz de hablar con un poco de soltura y de explicar la frase “Bendito sea el fruto de tu vientre”, y esta fue la frase que se le pidió explicara, cuando el sacerdote encargado del examen abrió el Evangelio en una página al azar.

El último examen, era realizado por el obispo y era quien decidiría a quién aceptarían o no, a la ordenación. El obispo luego de evaluar a una gran cantidad de candidatos ya se encontraba cansado y dijo “¿para qué evaluarlos a cada uno, si ya vemos que todos están bien preparados?”, y  a Cupertino de nuevo lo salvaron, nadie lo examinó.

Fue ordenado el 18 de marzo de 1628, y ya que no se trata del mejor para la predicación, se dispuso a salvar almas a través de la oración y la penitencia, en lo que reflejó ser un campeón. Se proponía a ayunar y nunca comió carne ni mucho menos bebió ningún licor.

A pesar de ser sacerdote, decidió continuar trabajando como un lego más. Se dedicaba a ocuparse de cada una de las tareas más duras que se le pedían y nunca protestó por esto ni pidió alivio. Su gran devoción lo hizo experimentar el gran don de levitación.

El santo volador

En los años que San José de Cupertino estuvo en el convento sus compañeros lo vieron levitar al menos 70 veces. Su vuelo más célebre fue cuando 10 obreros intentaban trasladar una gran cruz a una alta montaña. Como no lograban hacerlo San José de Cupertino se elevó y la trasladó hasta la cima del monte.

Cuando se encontraba en éxtasis, podían golpearlo y lastimarlo, pero él no sentiría absolutamente nada.  Lo único que conseguía que el volviera en sí, era percibir la voz de su superior ordenándole que fuera a cumplir con sus quehaceres.

Cuando sus superiores descubrieron el don que poseía San José de Cupertino lo eligieron para exorcizar demonios, lo que para él era indigno de hacer, y cuando debía cumplir con esta tarea decía: “Sal de esta persona si lo deseas, pero no lo hagas por mí, hazlo por la obediencia que debo a mis superiores”.

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